La pandemia de la pobreza

por Valentina DivoyJunio 2020

Históricamente, los sectores vulnerables de la sociedad siempre han sido los más golpeados, independientemente del contexto por el que esté transitando el mundo. Desde tiempos inmemoriales Argentina está atravesada por una desigualdad significativa que parece ya no sorprender a nadie. 

No hace falta mencionar que, en un contexto de pandemia, aislamiento obligatorio e inactividad, esta situación se profundiza. Normalmente, todos los miembros de los sectores de bajos ingresos sobreviven con “changas”, trabajos informales o “cirujeos” y, si bien el gobierno está tomando medidas y tienen acceso a comedores comunitarios y copas de leche, la situación de estos grupos no ha mejorado, sino todo lo contrario.

Inicialmente, este trabajo surge con el objetivo de analizar las problemáticas emergentes o que se han acrecentado en los sectores precarizados debido al contexto actual. Al emprender la investigación, apareció la duda sobre qué se entiende por pobreza. En la medida en que se iba respondiendo la pregunta anterior, nos encontramos con una serie de factores determinantes. Luego, realizamos un análisis de las dificultades que atraviesan el modo de vida de los grupos vulnerables en un entorno como el que se está dando actualmente, donde surgen nuevos inconvenientes y se agravan los preexistentes. Finalmente, examinamos un conjunto de prácticas o políticas que pueden contribuir, en un futuro, a que estos sectores puedan superar su situación actual y mejorar su calidad de vida. 

Definición de pobreza

Como punto de partida, es fundamental definir qué entendemos por pobreza. Gary Fields (2001) la define como la incapacidad de un individuo o una familia para disponer de los recursos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas. De esta manera, se establece la Línea de pobreza, y por debajo de la misma están todas aquellas personas que no tienen los recursos necesarios para cubrir la canasta básica. Pero, en realidad, esta definición simplifica el concepto ya que, no sólo se trata de carencia de ingresos, sino que implica una multiplicidad de privaciones que se interrelacionan y condicionan la existencia de aquel ser humano. 

Consideramos pertinente no reducir la pobreza a la dimensión económica, ya que esta no define de manera globalizadora las condiciones de vida de las personas. Por esta razón creemos más pertinente analizarla desde una mirada más integral y considerarla como el producto de innumerables condiciones, muchas propias (transferidas culturalmente o por medio de la vivencia y experiencia familiar) y otras derivadas de la sociedad, que por su estructura e intereses, no les ofrece mejores oportunidades ni posibilidades de superar esa situación. Es así como la precaria posición de estos individuos se sostiene y no encuentran una salida posible, ya que la sociedad permanece atravesada por diferencias en cuanto al acceso a la educación, las oportunidades, el mercado de trabajo, etc.

Lo mencionado anteriormente nos lleva a pensar la pobreza, no como una problemática individual, sino como un fenómeno social. Podríamos concluir que nuestra perspectiva sobre el concepto se centra en la idea de que “Los pobres no son sólo pobres por su insuficiencia en el poder adquisitivo de bienes, son individuos que aparte de contar con muy pocos recursos económicos, están inmersos dentro de una compleja red de condiciones socioeconómicas, ambientales y culturales definidas por la sociedad a la que pertenecen” (Ardiles, 2008).

Factores condicionantes

El problema de la pobreza es amplio y abarca múltiples disciplinas. Históricamente ha sido analizado por diversos pensadores a lo largo del mundo, con el objetivo de intentar comprenderlo para poder plantear estudios teóricos y soluciones prácticas que permitan combatir las desigualdades.

En este apartado vamos a considerar los factores establecidos por Phil Bartle. Cabe destacar la diferencia entre factores y causas: la causa es el origen del problema -por ejemplo, una guerra-; en cambio, el factor es lo que contribuye a la continuidad del mismo y se puede actuar sobre él. 

Bartle plantea los siguientes cinco factores que perpetúan la pobreza:
- Ignorancia: es la falta general de información o conocimientos. Aquí, el autor considera que es de vital importancia determinar qué información es la que falta. 
Además, plantea que la educación no es la salida debido a que muchas veces sólo contiene cultura general y no posee la información necesaria para contribuir al reforzamiento de las capacidades de las personas afectadas.
- Enfermedad: cuando una sociedad tiene una alta tasa de enfermedad, la producción es baja y se generan menos riquezas. Aquí entran en juego diversos condicionantes, como la falta de acceso a agua de calidad, los escasos hábitos de higiene y la ausencia de prevención de enfermedades.
- Apatía: según el autor, la apatía aparece cuando se pierde el interés o las personas sienten tanta impotencia que no intentan corregir los errores, mejorar las condiciones o cambiar el rumbo de la situación. En la lucha contra la pobreza se debe utilizar el estímulo y los elogios para que la gente quiera aprender a tomar las riendas de su vida.
- Corrupción: el autor plantea que la corrupción se da “cuando los recursos destinados a servicios y prestaciones comunitarias se desvían al bolsillo privado de alguien que está en una situación de poder”. Además, asegura que es uno de los factores más importantes de la pobreza.
- Dependencia: se genera como resultado de que quienes están sumidos en la pobreza se convierten en receptores de la caridad. Bartle plantea que, a corto plazo, la caridad puede ser esencial para la supervivencia; pero a largo plazo puede contribuir a la posible desaparición del receptor y a la continuación de su miseria. De esta manera, la asistencia no debe reforzar la dependencia, sino que tiene que contribuir a potenciar y fortalecer las capacidades de la persona afectada, para promover la autosuficiencia y lograr que las comunidades de bajos ingresos identifiquen sus propios recursos y tomen control de su propio desarrollo.

Estos cinco factores son interdependientes entre sí. “Estos, a su vez, contribuyen a factores secundarios como la falta de mercados, infraestructura pobre, carencia de liderazgo, mal gobierno, desempleo, escasez de conocimientos y falta de capital, entre otros”, Bartle, Phil (1994).

La pobreza en tiempos de pandemia

Además de los factores mencionados anteriormente, en la pobreza intervienen otras condiciones igualmente importantes. Estos son los aspectos aleatorios, que están fuera del control de las personas -por ejemplo, desastres naturales o acontecimientos inesperados-. La pandemia del Covid-19 se encuentra dentro de esta categoría. 
Desde el inicio de la cuarentena, el hacinamiento y la falta de servicios básicos en los barrios de los sectores de bajos recursos y la imposibilidad de trabajar para quienes viven de trabajos en negro o precarizados condicionan el aislamiento social para enfrentar al Coronavirus. 

Una de las principales problemáticas está relacionada con la falta de ingresos económicos de estos sectores, que se acrecienta enormemente en el contexto actual. Esto hace que miles de personas se vean imposibilitadas a cumplir con el aislamiento de manera estricta, debido a que se ven obligados a “rebuscársela” para poder conseguir un plato de comida, producto de la suspensión de sus trabajos precarizados. “No sé cómo voy a pagar el alquiler, pero el mayor problema hoy en día es la comida y los recursos que se van acabando, sin tener la posibilidad de volver a reponer por no tener dinero. Así como yo, hay miles de personas en esta situación”, comenta Leonel, trabajador precarizado de la ciudad de Río Cuarto, en diálogo con La Izquierda Diario. 

Esta problemática tensiona dos aspectos de la pandemia: el cumplimiento estricto de la cuarentena para evitar la propagación del virus y el incumplimiento de la misma por parte de los sectores pobres para poder obtener un plato de comida y no morir de hambre. Patricia Muñoz García, Trabajadora Social de la ciudad de Río Cuarto, comenta que aquellos que se ven obligados a salir para obtener dinero o comida, muchas veces son detenidos por la policía o maltratados por los demás ciudadanos -sin mencionar que deben exponerse a la enfermedad-; pero, otras veces, tienen permiso de la policía porque éstos entienden que, de lo contrario, no comen.

Los sectores pobres son los que más sufren la pandemia, ya que cuentan con una serie de condicionantes, que son anteriores a la misma y que se han acrecentado en la actualidad y, a su vez, tienen que lidiar como los problemas emergentes, producto del aislamiento obligatorio y de la propagación del virus. Muñoz enumera una serie de problemáticas preexistentes: “En los sectores ya vulnerados y con problemas de pobreza estructural, la crisis económica acrecienta y profundiza no sólo la problemática de mala nutrición sino otras problemáticas sociales como maltrato infantil, negligencia, falta de atención en la continuidad de educación de niñas, niños y adolescentes, violencia de género, consumo problemático y violencia a las personas mayores”. Además, plantea que estas situaciones tienen su origen en la falta de herramientas y recursos que permitan superar la frustración que ocasiona el hecho de no poder acceder a derechos básicos y, muchas veces -como sucede actualmente por la pandemia-, no poder reclamarlos.

Otro gran contratiempo que se sufre en estos barrios es la imposibilidad de cumplir con las condiciones mínimas de higiene necesarias para combatir la pandemia. Muchas de estas familias no tienen acceso a servicios básicos -como el agua- ni cobertura médica. El alcohol en gel y la lavandina no fueron política del Estado para los barrios populares y el municipio le ha enviado a los comedores comunitarios una muy escasa cantidad de botellas de lavandina. Sumado a esto, también aparece la dificultad de conseguir barbijos, por lo que muchos no lo utilizan.

El accionar del Estado en la situación actual es positivo. La llegada del Coronavirus obligó al gobierno nacional a finalizar la construcción de hospitales, refinanciar centros científicos y desarrollar políticas públicas que contribuyan a aliviar el mal pasar económico por el que están atravesando determinados sectores de la sociedad.  Aún así, muchos de los afectados aseguran que estas medidas no son suficientes, sin contar que el primer pago de IFE aún no ha llegado a todos los beneficiarios. Otro aspecto a tener en cuenta es que no todos los miembros de estos grupos vulnerados reciben planes sociales como Tarjeta Social, AUH (Asignación Universal por Hijo) o IFE. Esto se debe, en parte, a que muchas de estas personas reúnen los requisitos pero no tienen acceso a una computadora o celular con internet, por lo que no pudieron inscribirse o actualizar sus datos de ANSES.

Luchar contra la pobreza es una labor enorme y difícil, ya que la economía mundial está en manos de los países desarrollados o de sistemas que están por encima de ellos, donde la mejora en la calidad de vida de estos sectores no es una prioridad. Esto crea estructuras económicas que impiden el progreso y perpetúan actitudes empobrecedoras.

Para que las posibilidades y opciones de estos individuos se amplíen, no basta con garantizar el acceso a un determinado bien, sino que es preciso que se cumplan otras condiciones. El primer paso a seguir para luchar contra la pobreza es identificar cuáles son los factores que contribuyen a que ésta persista. Una vez identificados, se debe buscar la manera de suprimir esos factores.

En este sentido, es fundamental el desarrollo de políticas eficaces a largo plazo, que promuevan dinámicas de igualdad en el desarrollo humano, de modo que los espacios de libertad efectiva se amplíen para los aquellos grupos en los que las alternativas de decisión son muy reducidas.

Es muy importante tener como objetivo el empoderamiento de estos individuos, que deben ser sujetos de su propio desarrollo, y no como beneficiarios pasivos de las intervenciones de los estados o los organismos de cooperación. En este punto, es fundamental promover una educación liberadora, donde el conocimiento y la información llegue estos sujetos por medio de lo que Paulo Freire denominó Comunicación y no sea una mera Extensión de información. Sólo de esta manera se puede eliminar la cultura de la pobreza, que aísla a aquellos individuos que forman parte de la misma.

En cuanto a la pobreza en pandemia, es necesario que se actúe a corto plazo, debido a que la necesidades de estos sectores son urgentes. Es necesario que se apresuren los pagos de los planes sociales, ya que la gente espera ese dinero para comer. También se deben resolver cuestiones en ANSES como la falta de acceso al pago de IFE por parte de aquellos que no tienen la tecnología necesaria para completar las solicitudes a su alcance.

Por último, es muy importante que como miembros de esta sociedad que nos abraza a todos empecemos a generar empatía por aquellos que no tienen ni tuvieron las mismas posibilidades que nosotros, es necesario que brote la solidaridad y el apoyo mutuo. Si cada uno de nosotros nos comprometemos a actuar desde el pequeño lugar que ocupamos en el mundo, la multiplicación de nuestras acciones sobre los demás contribuirá a eliminar los factores que contribuyen a la perpetuación de la pobreza.