Históricamente, los sectores vulnerables de la sociedad siempre han sido los más golpeados, independientemente del contexto por el que esté transitando el mundo. Desde tiempos inmemoriales Argentina está atravesada por una desigualdad
significativa que parece ya no sorprender a nadie.
No hace falta mencionar que, en un contexto de pandemia, aislamiento obligatorio e inactividad, esta situación se profundiza. Normalmente, todos los miembros de los sectores de bajos ingresos sobreviven con “changas”, trabajos
informales o “cirujeos” y, si bien el gobierno está tomando medidas y tienen acceso a comedores comunitarios y copas de leche, la situación de estos grupos no ha mejorado, sino todo lo contrario.
Inicialmente, este trabajo surge con el objetivo de analizar las problemáticas emergentes o que se han acrecentado en los sectores precarizados debido al contexto actual. Al emprender la investigación, apareció la duda sobre qué
se entiende por pobreza. En la medida en que se iba respondiendo la pregunta anterior, nos encontramos con una serie de factores determinantes. Luego, realizamos un análisis de las dificultades que atraviesan el modo de vida
de los grupos vulnerables en un entorno como el que se está dando actualmente, donde surgen nuevos inconvenientes y se agravan los preexistentes. Finalmente, examinamos un conjunto de prácticas o políticas que pueden contribuir,
en un futuro, a que estos sectores puedan superar su situación actual y mejorar su calidad de vida.
Definición de pobreza
Como punto de partida, es fundamental definir qué entendemos por pobreza. Gary Fields (2001) la define como la incapacidad de un individuo o una familia para disponer de los recursos suficientes para satisfacer sus necesidades
básicas. De esta manera, se establece la Línea de pobreza, y por debajo de la misma están todas aquellas personas que no tienen los recursos necesarios para cubrir la canasta básica. Pero, en realidad, esta definición
simplifica el concepto ya que, no sólo se trata de carencia de ingresos, sino que implica una multiplicidad de privaciones que se interrelacionan y condicionan la existencia de aquel ser humano.
Consideramos pertinente no reducir la pobreza a la dimensión económica, ya que esta no define de manera globalizadora las condiciones de vida de las personas. Por esta razón creemos más pertinente analizarla desde una mirada más
integral y considerarla como el producto de innumerables condiciones, muchas propias (transferidas culturalmente o por medio de la vivencia y experiencia familiar) y otras derivadas de la sociedad, que por su estructura e intereses,
no les ofrece mejores oportunidades ni posibilidades de superar esa situación. Es así como la precaria posición de estos individuos se sostiene y no encuentran una salida posible, ya que la sociedad permanece atravesada por
diferencias en cuanto al acceso a la educación, las oportunidades, el mercado de trabajo, etc.
Lo mencionado anteriormente nos lleva a pensar la pobreza, no como una problemática individual, sino como un fenómeno social. Podríamos concluir que nuestra perspectiva sobre el concepto se centra en la idea de que “Los pobres no son sólo pobres por su insuficiencia en el poder adquisitivo de bienes, son individuos que aparte de contar con muy pocos recursos económicos, están inmersos dentro de una compleja red de condiciones socioeconómicas, ambientales y culturales definidas por la sociedad a la que pertenecen” (Ardiles,
2008).
Factores condicionantes
El problema de la pobreza es amplio y abarca múltiples disciplinas. Históricamente ha sido analizado por diversos pensadores a lo largo del mundo, con el objetivo de intentar comprenderlo para poder plantear estudios teóricos y
soluciones prácticas que permitan combatir las desigualdades.
En este apartado vamos a considerar los factores establecidos por Phil Bartle. Cabe destacar la diferencia entre factores y causas: la causa es el origen del problema -por ejemplo, una guerra-; en cambio, el factor es lo que contribuye
a la continuidad del mismo y se puede actuar sobre él.
Bartle plantea los siguientes cinco factores que perpetúan la pobreza:
- Ignorancia: es la falta general de información o conocimientos. Aquí, el autor considera que es de vital importancia determinar
qué información es la que falta.
Además, plantea que la educación no es la salida debido a que muchas veces sólo contiene cultura general y no posee la información necesaria para contribuir al reforzamiento de las
capacidades de las personas afectadas.
- Enfermedad: cuando una sociedad tiene una alta tasa de enfermedad, la producción es baja y se generan menos riquezas. Aquí entran en juego diversos condicionantes,
como la falta de acceso a agua de calidad, los escasos hábitos de higiene y la ausencia de prevención de enfermedades.
- Apatía: según el autor, la apatía aparece cuando se pierde el interés o
las personas sienten tanta impotencia que no intentan corregir los errores, mejorar las condiciones o cambiar el rumbo de la situación. En la lucha contra la pobreza se debe utilizar el estímulo y los elogios para que la gente
quiera aprender a tomar las riendas de su vida.
- Corrupción: el autor plantea que la corrupción se da “cuando los recursos destinados a servicios y prestaciones comunitarias se desvían al bolsillo privado de alguien que está en una situación de poder”. Además, asegura que es uno de los factores más importantes de la pobreza.
- Dependencia: se genera como resultado de que quienes están sumidos en la pobreza se convierten en receptores de la caridad. Bartle
plantea que, a corto plazo, la caridad puede ser esencial para la supervivencia; pero a largo plazo puede contribuir a la posible desaparición del receptor y a la continuación de su miseria. De esta manera, la asistencia no
debe reforzar la dependencia, sino que tiene que contribuir a potenciar y fortalecer las capacidades de la persona afectada, para promover la autosuficiencia y lograr que las comunidades de bajos ingresos identifiquen sus propios
recursos y tomen control de su propio desarrollo.
Estos cinco factores son interdependientes entre sí. “Estos, a su vez, contribuyen a factores secundarios como la falta de mercados, infraestructura pobre, carencia de liderazgo, mal gobierno, desempleo, escasez de conocimientos
y falta de capital, entre otros”, Bartle, Phil (1994).